El mundo empresarial siempre ha destacado por su cambio constante, aunque también es cierto que hoy en día todo se mueve mucho más deprisa.
Hoy en día se ha normalizado el anuncio de creación de nuevas compañías, cada vez hay más personas que emprenden. Hay quien dice que las compañías que empiezan tienen una ventaja competitiva frente a las que ya tienen un largo recorrido. Se puede resumir en que las pequeñas son más ligeras y pueden cambiar de estrategia y de producto mucho más fácilmente dado que no tienen casi estructura que las condicione. Las que ya llevan unos años en el mercado, se han tenido que asegurar con estructuras que les permitan crecer y, por tanto, les es más difícil hacer según qué cambios de rumbo.
Pero hay que tener en cuenta que la perdurabilidad de una compañía no depende ni está condicionada por su edad, sino por su trayectoria y por ser fiel a sus principios y valores corporativos fundacionales. Hay compañías que han querido establecer unos valores que la definan, pero que después no se corresponden con la realidad que se vive allí.
¿Qué entendemos por valores corporativos?
Cuando hablamos de “valores” de empresa, estamos hablando de principios de vida, de funcionamiento; aquellas convicciones que son la guía de las actuaciones de cualquier persona o de cualquier empresa. En este punto es en el que todas las empresas están en igualdad de condiciones. En la autenticidad de sus valores corporativos.
Los valores de una empresa son los mismos que los de la persona o personas que la han creado. Aquellos valores corporativos son los que hicieron que una idea se pusiese en marcha y permitió aglutinar a su alrededor más personas que creían en ello y que tenían los mismos valores (o parecidos).
Con el tiempo, y a medida que una empresa crece, estos valores ya no se van transmitiendo desde la fuente original, sino que, con suerte, se van difundiendo a través de las estructuras y, por lo tanto, quedan diluidos, descafeinados o reducidos a pura curiosidad intrascendente. Es en este punto que las nuevas empresas tienen ganada la partida de los valores. Son pequeñas y los valores no hace falta transmitirlos; se ven día a día, se viven día a día, de la mano de las personas que están al frente.
¿Dónde radica la importancia de los valores de tu empresa?
Los valores permiten crear compañías con cualquier misión y visión, pero una misión y visión definidas no se pueden llevar a cabo con unos valores cualquiera. Es aquí donde reside la diferencia. Y, por tanto, es aquí donde es necesario el esfuerzo más grande.
Reforzarlos, hacerlo evidentes en el día a día, atraer el talento y hacerlo crecer a través de estos valores, es la clave para poder avanzar y perdurar, aunque vengan tiempos movidos en que, dicho de pasada, han llegado para quedarse.